Caminar por algunos barrios de La Plata puede convertirse en una galería de arte a cielo abierto. En las paredes de casas, escuelas o clubes sociales florecen murales que cuentan historias, denuncian injusticias o simplemente llenan de color la rutina.

El arte urbano en la ciudad tiene raíces profundas. Desde los homenajes a referentes desaparecidos en los muros de calle 60, hasta los enormes rostros pintados en Tolosa o Los Hornos, los murales hablan el lenguaje del barrio. Algunos son obras de artistas consagrados, otros son fruto de talleres comunitarios o intervenciones espontáneas.
Uno de los más impactantes está en la esquina de 1 y 67, donde una mujer con pañuelo verde mira al horizonte, enmarcada por flores y símbolos de lucha. Otro, en la sede del club Circunvalación, retrata escenas de partidos memorables con trazos enérgicos y vívidos.

Más allá de su valor estético, los murales son una forma de apropiación del espacio público. Son mensajes que invitan a frenar el paso, a mirar con otros ojos el barrio que habitamos.
Cada mural modifica el paisaje. Pero también modifica la mirada. Y a veces, como dice la frase pintada en una persiana de calle 8, «lo que ves en la calle, también está en vos».