Cuentan algunos que la ciudad de La Plata fue diseñada con árboles diferentes en cada calle, para que de esa manera las personas no videntes pudieran orientarse con el aroma de cada especie. 

Ese sería el origen de, por ejemplo, el predominio de los naranjos en calle 47, el de las acacias blancas en calle 9, las judeas en calle 8, los plátanos en avenida 1, los patito dulce en calle 10 y los fresnos en avenida 13.

Probablemente, no se trata más que de un mito. En esas calles, aunque con el predominio de una especie, no se ha impedido la plantación de árboles diferentes. Además, el aroma que liberan los árboles proviene en general de sus flores, que solo están abiertas unas pocas semanas al año.

Esto no minimiza la importancia que desde el primer momento tuvo el arbolado público para la ciudad de La Plata, en consonancia con las ideas higienistas que estuvieron en la mente de los fundadores. Los árboles proporcionan oxígeno y garantizan un aire más puro para respirar, además de dar sombra, humedecer el ambiente y aminorar los ruidos de la vida urbana.

En nuestra ciudad conviven más de 100 especies arbóreas diferentes, entre ellos los característicos tilos, jacarandás, crespones, naranjos, magnolias, palos borrachos, cedros, cipreses, abetos, fresnos y lapachos. Incluso tenemos un árbol patrono: es el ombú, declarado como tal en 1936 por el entonces intendente Luis Berro, en ocasión de la celebración del día del Árbol en Plaza Paso.

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